El pasado miércoles 13 de abril, finalizó el dictado del curso de posgrado “Etnobiología del Chaco y Monte del Centro de Argentina, Aportes para la Comprensión del Uso Humano de los Recursos”, a cargo de la Dra. Cecilia Trillo, con la coordinación de la Ing. Xiomara Carbonell.
Este trayecto se dictó de forma presencial y virtual a lo largo de marzo y la primera quincena de abril, con un crédito horario de 50 horas. Durante su desarrollo se propuso a los profesionales acceder a las metodologías cualitativas propias de las humanidades y consolidar los métodos cuantitativos del ámbito de las ciencias naturales. Además se describió a la flora que constituye los paisajes de la provincia y del Centro del país con diferentes intensidades de intervención antrópica; paisajes agrícolas, naturales, urbanos, etc. Finalmente se abrió un espacio para generar preguntas científicas que perfilen líneas de investigación futuras que hagan crecer el patrimonio biocultural de las comunidades, bajo preceptos de la Sociedad Latinoamericana de Etnobiología (SOLAE) y la International Society of Ethnobiology (ISEB).
La Dra. Cecilia Trillo, responsable del curso, explicó que actualmente en Argentina “muchos investigadores formados en etnobiología -que es una disciplina que se encarga de registrar, sistematizar conocimientos de seres vivos, vegetales, animales, plantas, hongos, con los cuales el hombre se ha relacionado a lo largo del desarrollo de la humanidad para diferentes usos- trabajan en los conocimientos tradicionales que las comunidades tienen sobre las plantas nativas, para conocer para qué se usan, cómo, por qué se utilizan esas y no otras o en qué contextos”.
“Todos los recursos que ese ambiente nos da en un sentido más completo y total, toda esa información es valorada, se sistematiza, se publica, se hace divulgación. Muchos trabajos de investigación de vuelcan en tareas de Extensión. Es decir, se trata de una información en la cual existe un valor de la academia”, agregó.
Trillo se refirió a la importancia de esos saberes tradicionales tanto en la investigación científica y la divulgación como en la posibilidad de vinculación de conocimientos en los niveles educativos, especialmente en los ámbitos universitarios. “Creo que es bueno en los espacios académicos de Biología y de Humanidades poder recibir información complementaria. Uno siempre sabe mucho en los aspectos fisiológicos, químicos, de forrajes…, pero es bueno darle una mirada a esos saberes de personas que no han tenido tanto soporte técnico, pero reconocen las buenas plantas forrajeras, o frutos que ayudan a engorar animales o manejos de pasturas, de suelos, de problemas que surgen en los pastos. Quiero decir que existe información en personas con otras tradiciones menos científicas, que tienen información para aportar y podemos hacer lo que denominamos el diálogo de saberes, entre la academia con información y las comunidades tradicionales. En ese vínculo nos enriquecemos mutuamente”.